Publicado originalmente en The New Arab. Traducción de Pablo Abufom Silva.
Tras la caída del régimen de Assad, el futuro de Siria está lleno de numerosos desafíos, sobre todo en lo que respecta a su recuperación económica y su reconstrucción. Ya se calcula que el costo de la reconstrucción oscila entre 250.000 y 400.000 millones de dólares, y las sanciones siguen siendo un obstáculo para que las cosas mejoren en el corto plazo.
Es posible que pase algún tiempo antes de que se levanten las sanciones porque, aunque Hayat Tahrir al-Sham (HTS) es el actor militar y político clave en la Siria actual, sigue estando catalogado como organización terrorista por muchas potencias, entre ellas Estados Unidos, la ONU, los Estados europeos y Turquía. A pesar de un cambio en la actitud hacia HTS por parte de las capitales regionales e internacionales, es probable que estos Estados exijan garantías al nuevo actor gobernante.
Tiempo incierto e inestable
La ausencia de una situación económica segura y estable en Siria es un grave obstáculo para impulsar la inversión local y extranjera. De hecho, la inversión extranjera directa (IED) se ha mantenido limitada y mayoritariamente restringida a Irán y Rusia desde 2011. Aunque el Golfo podría estar interesado en realizar algunas inversiones en el país para aumentar su influencia, el papel que desempeña actualmente HTS puede ser un obstáculo para ello, ya que es percibido negativamente por numerosos Estados regionales.
El asesor diplomático de EAU del presidente Sheikh Mohamed, Anwar Gargash, por ejemplo, declaró que «la naturaleza de las nuevas fuerzas en el poder y sus afiliaciones con los Hermanos Musulmanes y Al Qaeda son indicadores bastante preocupantes».
Además, la inestabilidad de la libra siria (SYP) es una cuestión importante. Aunque tras la caída del régimen su valor en el mercado negro aumentó masivamente, antes de estabilizarse en 15.000 libras por dólar, aún queda mucho camino por recorrer. La falta de estabilidad de la SYP erosiona el atractivo de los posibles rendimientos y beneficios rápidos y a medio plazo de las inversiones en el país.
Además, se plantean interrogantes sobre las regiones del noroeste que utilizan la lira turca desde hace varios años, con el fin de estabilizar los mercados perjudicados por la fuerte depreciación de la SYP. Restablecer la libra siria como moneda principal en esas zonas podría ser problemático si no se consigue la estabilidad.
Hay trabajo, pero hay no dinero
Al mismo tiempo, las infraestructuras y las redes de transporte han sufrido un daño grave. El alto costo de la producción, la escasez de productos básicos esenciales y de recursos energéticos (sobre todo gasolina y electricidad) son problemas que se suman a los anteriores. Siria también sufre escasez de mano de obra cualificada, y aún no está claro si los que la poseen regresarán.
Incluso el sector privado, compuesto en su mayoría por pequeñas y medianas empresas con capacidades limitadas, sigue necesitando mucha modernización y reconstrucción tras más de 13 años de guerra.
Al mismo tiempo, los recursos estatales están muy restringidos, lo que también limita las inversiones en la economía, sobre todo en los sectores productivos.
Además, el 90% de la población vive por debajo del umbral de pobreza, lo que hace que su poder adquisitivo sea muy débil y, por tanto, repercute negativamente en el consumo interno. Porque aunque en Siria no faltan empleos, la gente no recibe una remuneración suficiente para cubrir sus necesidades diarias. En este contexto, los sirios dependen cada vez más de las remesas para sobrevivir.
Algunos funcionarios del nuevo gobierno, como Ahmed al-Sharaa (Abu Mohammed al-Jolani), anunciaron que trabajarían para aumentar los salarios de los trabajadores en un 400% en los próximos días, convirtiendo el salario mínimo en 1.123.560 SYP (aproximadamente 75 dólares). Aunque se trata de un paso en la dirección correcta, no sería suficiente para cubrir las necesidades de la gente durante la persistente crisis del costo de la vida. De hecho, el medio de comunicación Kassioun estimó en octubre de 2024 que el costo de vida promedio de una familia siria compuesta por cinco personas en Damasco alcanzaba los 13,6 millones de SYP (aproximadamente 1.077 dólares). El mínimo alcanzaba los 8,5 millones de SYP (aproximadamente 673 dólares).
Por si esto fuera poco, la influencia de potencias extranjeras en Siria sigue siendo una fuente de amenaza e inestabilidad, como ha demostrado la última invasión israelí y la continua destrucción de infraestructuras militares. Sin olvidar los constantes ataques y amenazas de Turquía al noreste de Siria, especialmente en las zonas habitadas por una mayoría kurda.
Falta de alternativas
Uno de los mayores problemas en medio del mar de incertidumbre en el país, es la falta de un programa político económico alternativo en la mayoría de los principales actores políticos, incluido HTS.
HTS no tiene una alternativa al sistema económico neoliberal, y de forma similar a las dinámicas y formas de capitalismo clientelista que existían bajo el régimen anterior, el grupo se muestra dispuesto a fomentar estas prácticas entre las redes empresariales (compuestas por viejas y nuevas figuras). En años anteriores, el Gobierno Sirio de Salvación (GSS), la administración civil de HTS en Idlib, ha favorecido el desarrollo del sector privado, y de empresas cercanas a HTS y al-Jolani.
Mientras tanto, la mayoría de los servicios sociales -sobre todo la salud y la educación- estaban a cargo de ONG locales e internacionales.
Bassel Hamwi, presidente de la Cámara de Comercio de Damasco, declaró que, tras la caída del régimen, el nuevo gobierno sirio nombrado por HTS dijo a los empresarios que adoptarían un modelo de libre mercado e integrarían el país a la economía mundial. Hamwi fue «elegido» para su cargo actual en noviembre de 2024, pocas semanas antes de la caída de Assad. También es presidente de la Federación de Cámaras de Comercio Sirias.
Representantes de varias cámaras económicas del antiguo régimen siguen ocupando sus cargos. En última instancia, este sistema económico neoliberal mezclado con el autoritarismo de HTS conducirá probablemente a desigualdades socioeconómicas y al continuo empobrecimiento de la población siria, que fueron algunas de las principales razones del levantamiento de 2011.
El nuevo ministro de Economía afiliado a HTS reiteró esta orientación neoliberal pocos días después de afirmar que «pasaremos de una economía socialista… a una economía de libre competencia». Independientemente de la completa falacia de calificar al régimen anterior de socialista, la orientación de clase del ministro se reflejó claramente en el énfasis que puso en que «el sector privado… será un socio y contribuyente efectivo en la construcción de la economía siria». No se hizo mención alguna a los trabajadores, los campesinos, los empleados públicos del Estado, ni los sindicatos y las asociaciones profesionales en la futura economía del país.
Del mismo modo, funcionarios de HTS también han hecho declaraciones reaccionarias sobre el papel de la mujer en la sociedad, incluso sobre su capacidad para trabajar en algunos sectores. Por ejemplo, en una entrevista realizada el 16 de diciembre, Obeida Arnaout, miembro de HTS y portavoz de Asuntos Políticos del Comando de Operaciones Militares (COM), declaró que los «roles de las mujeres deben ajustarse a lo que las mujeres son capaces de hacer. Por ejemplo, si decimos que una mujer debería ser ministra de Defensa, ¿se corresponde esto con su naturaleza y su constitución biológica? Indudablemente, no».
En última instancia, el proceso de reconstrucción está relacionado con las fuerzas sociales y políticas que participarán en el futuro del país, y con el equilibrio de poder entre ellas.
La caída del régimen abre un espacio lleno de desafíos y contradicciones. Si observamos las políticas previas de HTS y el Ejército Nacional Sirio (ENS), no han fomentado el desarrollo de un espacio democrático, sino todo lo contrario. En particular, HTS busca consolidar su poder en el país, como demuestran los nombramientos por parte de al-Sharaa de un gobierno provisional compuesto por hombres del mismo partido del GSS en Idlib o de gobernadores afiliados a HTS para varias regiones.
Un bloque democrático y progresista
En última instancia, sólo la autoorganización de las clases populares que luchan por reivindicaciones democráticas y progresistas allanará el camino hacia una auténtica liberación. Por supuesto, esto dependerá de la superación de muchos obstáculos, desde la fatiga de la guerra hasta la pobreza y la desintegración social.
Para avanzar en reivindicaciones como la democracia, la justicia social, la igualdad, la autodeterminación kurda y la liberación de la mujer, con el fin de construir la solidaridad entre los explotados y oprimidos del país, los progresistas y demócratas sirios tendrán que construir y reconstruir organizaciones populares, desde sindicatos a movimientos feministas, grupos comunitarios y estructuras nacionales que los aglutinen. En este contexto, la construcción de organizaciones sindicales autónomas y de masas será esencial para mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la población y, más en general, para luchar en favor de los derechos democráticos y de un sistema económico basado en la justicia social y la igualdad.
Tras la caída de Assad, flota en el aire la esperanza de un futuro mejor, pero la reactivación económica sigue siendo un gran desafío para mejorar la vida de los sirios. Se necesitará ayuda internacional para abordar los problemas económicos estructurales, pero también es necesario un cambio en la futura economía política de Siria a largo plazo para evitar repetir los errores del pasado. Todo ello está relacionado con la capacidad de los sirios para reconstruir las luchas desde abajo. Al menos ahora, existe la oportunidad para ello.
Joseph Daher
Joseph Daher enseña en la Universidad de Lausana (Suiza) y en la Universidad de Gante (Bélgica). Es autor de «Siria después de los levantamientos: la economía política de la resistencia del Estado», «Hezbolá: la economía política del Partido de Dios del Líbano» y «Marxismo y Palestina».
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