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Ni reforma ni refundación de Carabineros: Hacia un sistema de seguridad basado en los cuidados mutuos

en Coyuntura

No hay nada que celebrar.

El pasado 27 de abril de 2022 se cumplió el 95° aniversario de Carabineros de Chile, en el marco de continuos cuestionamientos, hechos de violencia e impunidad que han dejado de manifiesto la necesidad de repensar la institución.

Lo acontecido en la revuelta de 2019 permitió la apertura hacia la visibilización de la profunda fractura social que atraviesa nuestra sociedad, donde una de los aspectos del descontento fue la crítica a la figura de Carabineros y su función policial, algo que queda claro, por ejemplo, en la amplia difusión de consignas como ACAB y 1312. También se realizaron numerosas manifestaciones afuera de distintas comisarías en respuesta a la existencia de apremios ilegítimos y denuncias de torturas.

No cabe duda de que esto profundizó el cambio que se venía dando en el imaginario social desde una concepción de la figura de Carabineros que en los años 90 proclamaba ser “un amigo en tu camino” y que formó parte de la búsqueda de legitimidad de la institucionalidad postdictadura, hacia una fuerte interpelación y deslegitimidad, difundida el 2019 a lo largo del territorio nacional e internacional con la performance “Un violador en tu camino”. Son muestras de una institución que se encuentra deslegitimada por numerosos casos de corrupción, su alianza con mafias y el narcotráfico, y sobre todo por ser la cara visible de la represión estatal contando con denuncias por violencia física generalizada contra pueblos indígenas, migrantes, mujeres, disidencias sexuales y sectores populares[1]

Este cambio de percepción no es coincidencia y no responde solo a las sistemáticas violaciones a los derechos humanos cometidas por Carabineros durante el proceso de la revuelta, sino que es la acumulación de violencias en la memoria y los cuerpos de los pueblos, expresadas en una serie de medidas y programas de criminalización de los pueblos indígenas y jóvenes pobres[2] como el caso Apoquindo, “Barrio Seguro” y la instalación del concepto de Seguridad Ciudadana, así como los asesinatos emblemáticos de Claudia López, Alex Lemun, Matías Catrileo, Camilo Catrillanca, Pablo Marchant y la desaparición de José Huenante, por mencionar algunos[3].

Todo indica que se trata de una política de Estado. Ya desde hace casi una década, la militarización de Carabineros expresada en el gasto de millones de dólares en la compra de carros blindados para el combate urbano o rural, drones especializados, patrullas Dodge, y numerosos otros dispositivos tecnológicos, muestra una continuidad entre distintos gobiernos para fortalecer la capacidad militar de esta institución. Asimismo, ha tenido un rol fundamental a la hora de gestionar el control y vigilancia sobre cuerpos marginales (mujeres, personas en situación de calle, diversidades sexo genéricas, niñes, personas con discapacidad, personas neuro diversas, etc.) y en la construcción de la prisión política en Chile manteniendo a centenares de presos/as políticos/as mapuches, de la revuelta y subversivos/as encarcelados/as a través de extensas prisiones preventivas con falta de pruebas, existencia de testigos protegidos sin rostro, aprehensiones ilegítimas y la existencia de una unidad “intramarcha”[4]encargada de realizar montajes para encarcelar a luchadores/as sociales, lo que quedó en evidencia con el desmantelamiento del caso Huracán o los juicios por detenciones en contexto de manifestaciones durante el 2019 y 2020.

Con todos estos antecedentes, la institución de Carabineros ha demostrado ser un organismo orientado a la persecución legal e ilegal de la disidencia política antes que a la seguridad de las personas. La brutal agresión que han sufrido los y las manifestantes en el barrio Meiggs durante el primer trimestre de este año es una muestra de esto, y donde queda en evidencia la connivencia de Carabineros, tanto en la golpiza al joven secundario como en los disparos del 1 de mayo que dejaron heridas a 5 personas y entre ellas Francisca Sandoval, quien murió días más tarde en la Posta Central. En estos casos, Carabineros no sólo no intervino sino que además no permitió el paso de personal de salud y ambulancias para su pronta asistencia.

Si bien estos cuestionamientos y la deslegitimidad de la institución han significado una abrupta caída en los postulantes a la Escuela de Carabineros,[5] siguen ofreciendo incentivos en materia social para quienes decidan ingresar, tales como un sistema de salud, de pensiones y de acceso a la vivienda diferenciado y privilegiado respecto al resto de la sociedad, o la existencia de la justicia militar paralela que asegura el resguardo y la impunidad en la institución.

Pese a todo lo anterior, en el último tiempo las diferentes organizaciones provenientes del feminismo y los movimientos sociales hemos instalado en la agenda pública debates en torno a reformar, refundar o abolir la institución de Carabineros y que es necesario profundizar.

La función histórica de la policía.

Consideramos que para aportar al debate sobre la refundación o reforma de Carabineros es necesario revisar nociones importantes sobre la función histórica de la policía, tales como el concepto de Policiamiento y seguridad. María Teresa Pinto[6] señala que la noción de Seguridad viene de la diosa romana Securitas quién era la encargada de dar seguridad al imperio y para ello portaba una lanza. Al parecer, la noción de seguridad siempre ha estado ligada al uso de la violencia. Así mismo, el abogado e investigador Julio Cortés señala que la policía no es un simple rasgo del Estado Moderno, sino que constituye el valor medular que vertebra todo su ser, y que así como la noción de “Seguridad” viene del imperio romano, la noción de “policía” viene del mundo griego relacionada con la idea de Polis y que es reapropiada por el poder monárquico en contra de señores feudales bajo la noción de la defensa de un interés general, ya que era el interés particular disfrazado del interés de toda la sociedad.[7] En una versión más reciente, Sergio Villalobos se preguntaba en su libro Asedios al Fascismo (2020) si la actual degeneración de la policía es simplemente un exceso (como se esfuerza en señalar el presidente Boric), o bien es un cambio en su función histórica como radicalización de su condición estructuralmente excepcional. La práctica de la policía siempre está al borde de la ley porque la policía demuestra que el origen de este orden social son actos de violencia desde arriba hacia abajo, y no un pacto social.

Lo anterior queda constatado en el surgimiento de la demanda “Defund the Police”[8] (Desfinanciar la policía) que se instaló cómo exigencia en Estados Unidos, específicamente en Minneapolis después del asesinato policial de George Floyd y la serie de movilizaciones y protestas que denunciaron que éste no era un hecho aislado, sino que respondía a un problema estructural arraigado en la función histórica de la policía. Este movimiento logró instalar la necesidad del desmantelamiento de la policía, dado que en el mismo Estado ya se había intentado sin éxito tanto la reforma como la refundación. Esta demanda logró un compromiso de desmantelamiento policial por parte de miembros del concejo de la ciudad de Minneapolis, lo que por diversos motivos no pudo llevarse a cabo, pero representa un antecedente importante sobre la necesidad de la abolición y el fin de las policías, poniendo sobre todo el énfasis en que las capacitaciones de Derechos Humanos y protocolos de uso de la fuerza no solucionarán el problema de los abusos policiales ni aquí ni en ninguna parte.

El debate sobre la Reforma a Carabineros

Durante la campaña presidencial del año 2021 vimos un intenso debate al interior de la coalición que hoy es gobierno, entre la idea de refundación de Carabineros y la idea de reforma. Esto se vio reflejado en el ajuste en el programa del candidato Gabriel Boric entre la primera y segunda vuelta, donde la idea de reforma se impuso en el programa final. No obstante, una vez asumido el gobierno, la gestión de la policía se ha desplazado hacia políticas de continuidad, donde se ha puesto el foco en la modernización de la institución y su eficiencia. Así, Boric en el marco de su gira por la región de Coquimbo señaló que estaban enfocados en “reorganizar” y reubicar a Carabineros para “disminuir los tiempos de respuesta” y “salir de las oficinas y trabajar en terreno”[9], poniendo énfasis en problemas de gestión antes que estructurales. Esto fue reforzado cuando hace unos pocos días se presentó la agenda de seguridad, enfatizando en recomponer la confianza y legitimidad de la ciudadanía y sus policías, reformar las policías para avanzar respecto a la carrera policial, especialización y profesionalización, y en modificaciones a los Códigos Penal y Procesal y dotar de más de 750 efectivos que irán a reforzar a distintas comunas del País[10].

En una línea similar a la anterior[11], la ministra del Interior Izkia Siches fue a visitar a un Carabinero herido en una manifestación de estudiantes secundarios el día 29 de marzo que se conmemora el día del Joven Combatiente, que tiene una carga histórica y simbólica importante, el mismo día que varios/as estudiantes fueron lesionados, e incluso una persona terminó lesionada con un disparo de parte de Carabineros.  Además, han ratificado en su puesto al General Director Yañez, quien es acusado por ser el responsable de la institución durante las múltiples violaciones a los DDHH cometidas durante la revuelta.

Dentro del mismo gobierno se nota una tensión interna en lo que refiere a esta materia, precisamente entre quienes buscan darle un respaldo a la institución y aquellos que mantienen la demanda de refundación de la institución. Un ejemplo de esos son las declaraciones cruzadas entre el subsecretario del interior Manuel Monsalve (PS) quién señaló que el gobierno estaba enfocado en reformar Carabineros tras el tweet de la Ministra de Bienes Nacionales que había llamado a refundar la institución[12]. Del mismo modo el excandidato presidencial Daniel Jadue (PC) señaló “no voy a prestar apoyo a la policía mientras no avancemos en la intervención civil y en su refundación”[13].

Abolir la policía y despoliciamiento de la sociedad

No basta con reformar Carabineros, ni tampoco con refundar la institución para crear una nueva que cumpla con la misma función policial, porque el problema no es la forma actual de la estructura policial sino que la propia función social de la policía en sí. Creemos que hay que terminar con el policiamiento de la sociedad, entendiendo esto como el “empoderamiento de las policías y la aplicación de la perspectiva de control y vigilancia ante problemas sociopolíticos, entiéndase protesta social, guerra contra las drogas o cualquier otro”[14], o como el mecanismo de producción social de la inseguridad a través de una producción de un otro amenazante, y la resolución de ese conflicto por medio de un tercero coercitivo y militarizado, que usualmente está en manos del Estado. Bajo esta noción, el policiamiento es la producción de lo que nos parece inseguro y nos da miedo en términos sociales.

Así, las reformas superficiales para incrementar el diálogo entre policía y comunidad están claramente diseñadas para ganar confianza pública e incluso ampliar la cobertura para un sistema que sigue siendo intrínsecamente ilegítimo. Los discursos de acercar Carabineros a los barrios para “enfocarse en lo que realmente se deben preocupar” van en dirección contraria a la de su abolición, pues apuntan a recuperar su rol histórico de delegar el problema de la seguridad en terceros. Nosotres no queremos una mejor policía, simplemente no queremos policía.

El policiamiento, por tanto, es la pérdida de la capacidad de resolver ese miedo por medios propios y la necesidad de que otra persona, que está en un nivel jerárquico superior, resuelva ese problema de seguridad que no somos capaces de resolver por nuestra cuenta. En ese sentido, el llamado no es a refundar la institución, sino a abolirla y reemplazar su función. De este modo, no basta con incorporar “agentes de diálogo”[15]  a la institución que medien con la sociedad civil, ni tampoco “relegitimar” a la institución como últimamente ha expresado el presidente, si no que avanzar hacia una forma de cuidarnos mutuamente al interior de nuestras comunidades.

“No me cuida la policía, me cuidan mis amigas”: hacia un sistema de cuidados mutuos.

Avanzar hacia una sociedad sin policía hoy parece ser algo lejano y distante de una pronta implementación, sin embargo, basta observar aquellos sectores invisibilizados y olvidados para observar que las prácticas de cuidados mutuos por fuera de los circuitos policiales son muy extendidos, silenciosos y capaces de activarse en momentos puntuales. Las mujeres y el movimiento feminista hemos sintetizado esto bajo la consigna internacional “me cuidan mis amigas, no la policía”. Distintas prácticas cotidianas iniciales pero significativas como mandar tu ubicación, las movilizaciones contra el bullying, el acoso escolar y las acciones a tomar en relación a la venta de drogas, muestran un camino basado en cuidados colectivos ante la adversidad donde son nuestras pares las primeras personas en prestarnos ayuda en caso de necesitarla.

No necesitamos una institución que nos cuide, sino construir comunidades fuertes con capacidad de activar redes de cuidado. Es importante considerar que lo que deseamos activar no es una institución que reemplace la policía, sino una fuerza no coercitiva basada en el afecto, amor y cuidado mutuo.

Potenciar estas redes de cuidados comunitarios descentralizados es tan importante como el comprenderlas en tanto situadas en territorios específicos, pues es en los territorios donde se encuentran las múltiples expresiones de la clase trabajadora – trabajadores asalariades, informales, desempleades, niñeces, personas mayores, trabajos domésticos no remunerados y tantas otras formas de subjetivación de los pueblos. El resolver los problemas territoriales de “inseguridad” a través de la ocupación del espacio público desde el paradigma de la prevención y no la persecución, una óptica del respeto a los Derechos Humanos y la no discriminación es un camino a profundizar como alternativa por izquierda al creciente discurso de “más policía” derivado de la percepción de inseguridad que va en aumento.

Avanzar hacia la abolición de la policía no sólo es un problema teórico o de políticas públicas, sino que lo habitamos con el cuerpo cada vez que habitamos el territorio y nos cuidamos entre quienes compartimos el diario vivir.

El horizonte de abordar territorial y comunitariamente el problema de la abolición de la policía no significa que sean nuestras comunidades territoriales las que asuman el rol de la policía, como lo fueron los chalecos amarillos en la revuelta o los sistemas de patrullas barriales, pues no queremos emular a la policía ni sus prácticas. Tenemos que asumir que, si queremos recomponer nuestras sociedades basadas en el desmonte de la policía y el Policiamiento, tenemos que asumir tiempos y procesos sociales que son necesarios de construir desde experiencias iniciales.

Si bien estas prácticas en un comienzo pueden parecer voluntaristas y agotadoras, es importante entender que cuando hacemos prácticas de cuidados y seguridad lo que hacemos es construir espacios de democracia de cuidados, empatía y participación

Desmantelar, Desfinanciar, Desmilitarizar

La abolición de la policía no será de un día para otro, ya que implica un proceso de redistribución y traslado estratégico que apunten a la construcción de modelos de seguridad, apoyo y prevención arraigados en lógicas comunitarias de la gestión de la vida. Es sencillo cuando lo pensamos respecto de los/as presos/as de la revuelta o los/as presos/as políticos/as mapuche, pues precisamente sus demandas son las nuestras, y son criminalizadas. Salud, Educación, Vivienda, derecho a la tierra y autodeterminación de los pueblos, entre otras, eso es lo que necesitamos.

¿Por qué Desmilitarizar? La militarización de la policía ha permitido los niveles de represión y violencia estatal que se agudizan a partir de la revuelta de octubre y que es un continuo pese a los cambios de gobierno y administración del Estado. Por ello, es vital – de vida o muerte – iniciar un proceso permanente de desmilitarización[16], esto es, cambiar el carácter de la fuerza armada por la de fuerza civil y especialmente eliminar su armamento e instrumental de guerra. Además, hay estudios que dan cuenta de que la militarización aumenta la violencia policial, pues enfoca a las personas desde la ofensiva y confrontación permanente, donde el otro es el enemigo que hay que destruir. Está fuera del alcance de este artículo, pero todo esto debe ir de la mano con cambios similares tanto en la PDI como en FFAA, Gendarmería y el sistema de justicia penal (adulta y juvenil).

El desfinanciamiento de las policías además de buscar evitar que se lleven la mayor cantidad de recursos públicos con los que financian la corrupción de la oficialidad, permitiría que sus funciones sean reemplazadas o absorbidas por otros servicios públicos. Actualmente el amplio financiamiento que reciben las policías, especialmente Carabineros, les permite no solo acceder a una vivienda, salud y seguridad social sino que permite también una formación técnica e ideológica especializada, un uniforme y cultura militar, que los diferencia rotundamente del resto de la población jerarquizando su lugar en la sociedad. Una acción concreta es destinar los recursos utilizados para reforzar el control policial en mejorar nuestras condiciones de vida a través de programas de salud mental, vivienda, educación, cuya ausencia además son la base de la mayoría de los delitos[17].

Este desfinanciamiento debe ir de la mano de la reconversión del personal actual a través de procesos formativos, pues desfinanciar posibilita el desmantelamiento, el cual se traduce en una reconversión del personal actual a otras labores cualificadas través de un proceso formativo, contratando personal civil que también permita la implementación profesional de dichos programas (sicólogues, asistentes sociales, etc.). ¿Por qué no imaginar un cuidado comunitario y una forma de resolución de conflictos conformada por civiles que puedan identificarse con quienes sirven, precisamente porque son ellos mismos miembros de su comunidad quienes se cuidan entre iguales, sin distinciones en su acceso a educación, vivienda, salarios y pensiones? El horizonte es la construcción de una fuerza territorial de las propias comunidades que habitan los territorios, de forma no jerárquica sino desde el respeto y el apoyo mutuo, teniendo como horizonte precisamente los cuidados mutuos como una forma distinta de seguridad.

Sin embargo, existen grandes desafíos que abordar; por ejemplo, los casos de violencia machista, robos y venta de drogas. Sabemos que lograr juicio y encarcelamiento para maltratadores y femicidas puede ser HOY una manera de sentir justicia y tranquilidad para continuar con nuestras vidas, sobre todo en el marco de la justicia patriarcal y clasista que durante toda su existencia nos ha recordado que nuestras vidas no importan. Pero lo cierto es que la responsabilización individual en casos de violencia machista y hacia disidencias sexogenéricas no sirve si la estructura que la origina y potencia sigue intacta.

Por otro lado, la venta de drogas es una de las principales causas de la sensación de inseguridad en nuestros barrios, y como sabemos trae consigo múltiples problemas de violencia y delitos contra la propiedad. Sin embargo, debemos pensar profundamente la función de la venta de drogas en nuestra sociedad: la pobreza, la falta de servicios públicos de todo tipo y especialmente en salud mental permite que la droga sea una alternativa. Una acción concreta para avanzar en esta temática, creemos que es la despenalización de drogas como la marihuana, permitir su cultivo y su venta regulada limitaría el poder de distribuidores que hoy se aprovechan del mercado negro para acumular dinero, armas y poder.

El despoliciamiento de la sociedad para sentar las bases de una seguridad basada en los cuidados mutuos parece un largo camino de recorrer, sin embargo, el desfinanciamiento, la desmilitarización y la desmantelación de carabineros nos parece un buen inicio para comenzar a transitar como pueblos en dicha dirección.

Ni reforma ni refundación: Abolición de la policía.


[1] En septiembre del 2020 el INDH realiza un balance denunciando la existencia de 2.390 denuncias en el Instituto Nacional de Derechos Humanos contra Carabineros desde el 18 de Octubre del 2019. https://www.indh.cl/balance-indh-a-11-meses-del-18-o-2499-querellas-y-28-causas-formalizadas/

[2] Juventud bajo sospecha: gestión gubernamental de la juventud popular en los inicios de la transición democrática chilena (1990-2000) de Nicolas Acevedo y Luciano Sáez lo desarrollan más en profundida.

[3] https://interferencia.cl/articulos/13-grandes-escandalos-de-carabineros-que-advirtieron-que-la-institucion-iba-al-despenadero y https://www.ciperchile.cl/2022/01/31/corrupcion-en-carabineros-los-secretos-vinculos-con-narcos-y-bandas-de-ladrones/

[4] Los intramacha: cómo el poder se infiltró en el estallido social, Josefa Barraza, 2022.

[5] https://www.emol.com/noticias/Nacional/2020/09/06/997154/Brusca-caida-postulaciones-Escuela-Carabineros.html

[6] Profesora e Investigadora del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), Universidad Nacional de Colombia

[7] Para más información revisar el conversatorio Si no es la policía ¿Qué? https://www.youtube.com/watch?v=milK9_TyvwY&ab_channel=Solidaridad%2Cfeministacomunistalibertaria

[8] Alex Vitale, profesor e investigador. Puedes encontrar más información en: Si no es la policía ¿Qué? https://www.youtube.com/watch?v=milK9_TyvwY&ab_channel=Solidaridad%2Cfeministacomunistalibertaria

[9] https://www.elmostrador.cl/dia/2022/04/22/presidente-boric-anuncia-reorganizacion-de-carabineros-para-salir-de-las-oficinas-y-trabajar-en-terreno-como-tambien-para-disminuir-tiempos-de-respuesta-ante-llamadas/

[10] https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2022/05/03/ante-la-violencia-de-bandas-criminales-ministra-siches-presenta-agenda-de-seguridad-con-enfasis-en-control-de-armas-y-creacion-de-ministerio-de-seguridad/

[11] https://www.elmostrador.cl/destacado/2022/03/29/en-el-dia-del-joven-combatiente-ministra-del-interior-izkia-siches-se-despliega-en-apoyo-a-carabineros/

[12] https://www.latercera.com/politica/noticia/tras-dichos-de-ministra-toro-gobierno-reitera-que-su-politica-es-reformar-y-no-refundar-carabineros/A7Q6KWKLEJB4DFX7JJGABUSJKM/

[13] https://www.latercera.com/politica/noticia/jadue-tras-respaldo-de-ministra-del-interior-a-carabineros-yo-no-voy-a-prestar-apoyo-a-la-policia-mientras-no-avancemos-en-la-intervencion-civil-y-en-su-refundacion/7MKYL4TTIZEDRFUXAEKKSZQDEM/

[14] Alex Vitale (2021) El final del control policial, p. 8

[15] https://www.latercera.com/nacional/noticia/que-rol-cumplen-los-agentes-de-dialogo-de-carabineros-que-se-vieron-en-la-protestas-de-aniversario-del-18-o/GJM6IHOXPNARZKWJ2T6RD7DWDY/

[16] La Convención Constitucional aprobó el artículo 16 del informe de la comisión de Sistema Político que dicta la separación de las FFAA de las policías, proponiendo su desmilitarización; https://www.emol.com/noticias/Nacional/2022/05/07/1060204/cronica-constitucional.html

[17] https://www.ine.cl/docs/default-source/estadisticas-policiales/publicaciones-y-anuarios/estadisticas-policiales/2020-informeanual-estad%C3%ADsticaspoliciales.pdf?sfvrsn=3f971085_2

Autor/a
Comité contra la Violencia Política de Estado (Movimiento Solidaridad)

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