Fernando Martí - 2021 - Somxs Muchxs (fragmento)

Más allá de las primarias: lecciones y oportunidades para el protagonismo popular

en Coyuntura

La derrota de Daniel Jadue y del Partido Comunista en las elecciones presidenciales primarias del pasado 18 de julio fue una noticia sorpresiva para muchos sectores del país. Siguiendo el curso previo de los resultados electorales recientes en las elecciones municipales y convencionales -y sobre todo por los resultados que arrojaban las encuestas publicadas-, se sentía en el ambiente la posibilidad que Jadue se instalara como una fuerte carta presidencial en la primera vuelta del pacto Apruebo Dignidad. Era esperable que su elección permitiera tensionar aún más la institucionalidad actual del Estado y las luchas programáticas de la clase, en un Chile que está expectante de la propuesta para una nueva Constitución que emane la Convención Constitucional en unos meses más.

A pesar de que el objetivo de este documento no es realizar un profundo análisis de los resultados electorales, y considerando que existen diversas variables que permiten comprender lo sucedido en las primarias recién pasadas, nos parece importante destacar uno de los principales factores del triunfo de Gabriel Boric, el cual radica en el apoyo que recibió de sectores políticos que se identifican con el centro, y que acudieron a votar por el candidato de Convergencia Social ante la ausencia de otra opción de la ex Concertación. Nos parece incorrecto señalar que Gabriel Boric habría ganado únicamente por los votos de la derecha en función de sacar a Daniel Jadue del camino.

Para un análisis desde una izquierda anticapitalista y feminista, nos parece relevante considerar estas primarias en el marco de una coyuntura mucho más larga, que excede este momento electoral y que, inevitablemente, no concluirá con las elecciones de noviembre ni con el plebiscito de salida de la nueva Constitución, ya que lo que está en juego en este momento histórico es la disputa por la orientación política que se instaló en la revuelta popular desde octubre de 2019.

Ante la ausencia de sectores populares organizados que fueran capaces de levantar un programa común y ante la enorme fragmentación de la clase trabajadora en nuestro país, la revuelta popular no puso sobre la mesa una transformación estructural del Estado chileno en clave de ruptura con el capitalismo, sino más bien una necesidad de acceso a derechos sociales básicos que permitan un mejor vivir, en contraste con la vida asfixiante a la que el neoliberalismo ha mantenido a los pueblos en Chile. Esto nos parece importante porque si bien tanto las elecciones de mayo como las primarias revelan el carácter eminentemente reformista de la revuelta, también muestran el avance de la conciencia política de la clase trabajadora respecto a sus propias condiciones de vida, lo que ha permitido ir corriendo “el cerco de lo posible” en términos de radicalidad política de la misma. A este último proceso que hemos advertido se le ha llamado también de “politización polarizada”, puesto que opera del mismo modo en la derechización de antiguos sectores asociados al “centro”. Además, vemos hoy que el centro político del país se ha ido desplazando hacia la izquierda, abriéndose así una oportunidad para el sector anticapitalista de seguir profundizando las contradicciones del capitalismo y las grietas abiertas durante los 30 años de la transición pactada entre la Concertación y la derecha chilena como salida “democrática” a la dictadura cívico-militar.

En concordancia con lo anterior, aunque así lo pareciera, los resultados electorales de las primarias presidenciales bajo ningún punto de vista marcan una derrota absoluta para la izquierda en Chile. Sí, fue una derrota electoral para algunos sectores de ella, pero no una derrota de todos los sectores organizados de nuestra clase, quienes mantenemos nuestra lucha activa en los territorios, en nuestras articulaciones, en las calles protestando y en el proceso constituyente, tanto en su veta institucional como popular.

Así, de cara a lo que viene, y considerando que cualquier gobierno que venga tendrá que hacerse cargo de la crisis económica, política y social en curso, el o la próxima presidente de Chile seguirá teniendo que implementar medidas de ajuste y continuará desplegando mecanismos represivos frente a la organización popular, como lo han venido haciendo los partidos del orden para asegurar su gobernabilidad. Razón por lo que planteamos que nuestro rol como izquierda anticapitalista y feminista precisa continuar la perspectiva de profundización de la crisis y de impugnación del régimen, instalando elementos programáticos transformadores que permitan articular a nuestra clase y que se impulsen nuevos cambios desde lo popular. De de este modo, buscamos continuar una política de desborde, es decir, la de tensar e interpelar a las instituciones del Estado, siempre impulsando el protagonismo popular y el desarrollo de las capacidades políticas de nuestra clase y avanzar así sustantivamente en la consolidación de un sector anticapitalista y feminista.

Proyectando que este ciclo electoral muy probablemente termine a fin de año con el triunfo del “centro”, encarnado en los proyectos de Yasna Provoste o de Gabriel Boric, llamamos a las fuerzas anticapitalistas y feministas, a las organizaciones sociales y populares, a seguir disputando la orientación del debate político, apuntando hacia el desmantelamiento del aparato represivo del Estado y tensionando al eventual gobierno a tomar definiciones que respondan a las necesidades e intereses de la clase trabajadora desde una mirada que busque romper con el modo de producción y reproducción capitalista. También creemos que hoy más que nunca, debemos aprovechar el momento histórico del proceso constituyente en curso, reconociendo la composición favorable de la Convención Constitucional para la concreción de transformaciones sociales que abran la oportunidad de un nuevo ciclo de luchas en nuestro país, favoreciendo los procesos de auto organización de la clase en clave feminista, comunista y libertaria. Se debe avanzar en fortalecer la soberanía y autonomía de la Convención frente a los otros poderes del Estado, así como los procesos de debate popular que se continúan articulando desde fuera de ella bajo una perspectiva de desborde del proceso.

No nos marginemos del debate que las coyunturas electorales ponen sobre la mesa. Aspiremos a una intervención política tal que proporcione elementos significativos y nos permita continuar configurando una nueva alternativa que encarne una fuerza y un programa de transformación para la clase trabajadora, sin comprometernos con un gobierno o con la campaña de algún candidato, sino que con la perspectiva de sostener la autonomía política de nuestras organizaciones sociales y populares de base. Hoy, sobre todo luego de octubre del 2019, las elecciones son tan sólo una parte del escenario total de la política en Chile, debemos apostar por que el protagonismo lo tengan los pueblos movilizados y organizados, sin dejarse diluir en las promesas de estabilidad que no podrán cumplir quienes buscan alcanzar la administración del Estado.

Por la libertad de lxs presxs políticxs de la revuelta y el Wallmapu

Por el retiro inmediato de las forestales y la policía de los territorios mapuche

Por el desmantelamiento de las policías al servicio de la clase dominante

Por una Constituyente soberana, popular y feminista.

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